A través de los siglos hemos asumido que los seres humanos no somos sino una suma de vivencias que repercuten en nuestra cotidianidad y a su vez generan un Ser autónomo e incapaz de idealizar una realidad adversa. Entendemos pues, que la especie racional no es más que el resultado de infinitas e inevitables causalidades y efectos trascendentales; entonces ¿Cómo juzgar a un individuo, o la conducta de este, si es la misma sociedad quién lo ha forjado?
Quienes estamos involucrados en el ejercicio de la abogacía, hemos visto en oficinas, parques y despachos, una representación de la Diosa de la Justicia. Es común observarla en anuncios de despachos jurídicos, tribunales o estratégicamente situada en el escritorio o librero de abogados, litigantes, jueces y magistrados…