La Política Monetaria Integrada a la Política Fiscal

Te presentamos el siguiente ensayo sobre el camino hacia el futuro contributivo en México 

POR: LIC. JORGE ISRAEL CLEMENTE MARIÉ 

Actualmente, en el escenario político mexicano se encuentran sujetos a debate casi la totalidad de los temas agudos que implican el manejo del país.

No es para menos, la sensación de descontrol es palpable y la necesidad de contar con una administración pública (no diré perfecta) capaz, parece depender directamente del siguiente abanderado partidista (o independiente) que ha descubierto el hilo negro, y que para ayudarnos a distinguirlo ya está listo para, del modo más romántico (que haría estremecer a Miguel de Cervantes o Shakespeare), bajar las lejanas y rojas estrellas enmarcándolas en su pulidísima sonrisa.

En el presente ensayo existen dos cuestiones que quiero precisar; la primera, consiste en  dejar claro que éste no es un discurso de acusación, aunque por el tono de los dos primeros párrafos, esa impresión les hubiere yo causado. Me disculpo en tal caso. Mi verdadera intención era dramatizar la calidad del elenco político que suele administrar el país, para darle a entender las prioridades de aquellos.

La segunda, y más importante, que es la que consiste en externarle que lo que pretendo en este escrito, es dejar bien establecidas las bases de mi visión del futuro, respecto de una de las áreas de mayor interés para el desarrollo social y administrativo del país (y quizá político, lo que dependerá del matiz con que el interlocutor adopte la idea que aquí exhibo).

He abusado ya mucho del recurso de preámbulo, pero debo confesar que este tipo de narrativa, más cálida y cercana, me facilita el proceso creativo de escribir. Dejando esto un poco atrás, debo marcar el cambio de ritmo y presentarle a usted un primer acercamiento básico, sobre lo que considero, podría ser una buena alternativa al proceso contributivo actual (y tradicional), en donde pretendo esbozar un mecanismo apalancado con las políticas monetarias. Es decir, un cambio contributivo y fiscal, que partirá de la simbiosis de éstas con la política monetaria.

El primer elemento que necesito que visualice en su mente para partir hacia los confines del mecanismo que le proyecto, es el que constituye la moneda en cualquiera de sus presentaciones, tanto el papel moneda como la moneda digitalizada (esta última, cuya existencia aún depende del papel moneda). A partir de este momento, debo pedirle que mantenga la mente abierta, y de ser necesario, la libere solo momentáneamente de paradigmas que usted ya posea, sobre lo que implica el dinero. Esto no le será difícil de lograr porque, estoy seguro, de alguna forma la hipótesis que expondré, le resultará familiar:

UNA POLÍTICA MONETARIA BASADA EN UNIDADES MONETARIAS COMPLETAMENTE DIGITALES 

¿Qué significa esto? Sencillo, basar todo intercambio comercial en un tipo de cambio (moneda) enteramente digital, y relegar el uso de dinero físico (conocido como papel moneda) para que sea reemplazado pautadamente por aquella ¿Le resulta familiar la idea? ¿No? ¿Que hay de las tarjetas de crédito y débito? Seguro conoce su funcionamiento, y es totalmente cierto que usted ya se encuentra haciendo uso de monedas digitales con estas tarjetas, de las que seguramente posee un par, al menos. Sí, es innegable que en la base del uso de estas, subyace el papel moneda, pero la impresión que quiero que mantenga su mente (abierta), es la de que, en realidad, usted podría ya estar viviendo su vida diaria sin la necesidad de ocupar dinero físico.

No planteo aquí tampoco la desaparición total del dinero análogo para dar paso a un completo uso del dinero digital de manera inmediata. Lo que planteo es que la base monetaria del país, podría tener ya una modalidad digitalizada. La coexistencia entre papel moneda y el dinero digital, sin dudas será parte de la necesaria transición monetaria, la que de hecho quizá ya esté en curso de forma no intencional.

Existen otros ejemplos exitosos que son testimonio de la eficacia del uso de dinero digital, como las transacciones bancarias digitalizadas, hechas por medio de datos de tarjetas bancarias o de códigos numéricos, que permiten el intercambio de dinero de manera completamente segura. Incluso, son patentes ya algunas criptoeconomías (o pseudo economías) completamente basadas en monedas digitales, en donde la producción de circulante no depende directamente de gobierno alguno, si no de las personas que materialmente invierten su tiempo en la producción de éste, y cuyo valor es establecido por el mercado mundial. Es decir, si existe una herramienta monetaria digital con tanto éxito y producida por una multitud de personas cuyo común denominador no es un país, sino la internet, considero que usted podría entender como una posibilidad para cualquier nación en vías de desarrollo, imitar la acción con resultados muchos más satisfactorios y sólidos.

El uso de una moneda cuya base fundamental la componga un espíritu digital, es el primer elemento que nos llevará de la mano a una novedosa y sólida política fiscal e impositiva (y que humildemente considero, será el estándar político mundial en un futuro, mismo al que nos acercamos frenéticamente) ¿Cómo?

Esta pregunta nos lleva a conectar directamente el uso de una moneda digitalizada, con una base impositiva única. Llegado este punto, quiero ser aún más claro… lo que imagino como consecuencia de una moneda digital, es la natural desaparición de una multiplicidad de impuestos directos e indirectos, para dar lugar a conglomerar todos estos (impuestos) en uno solo, cuya tasa podrá variar según los aspectos particulares de cada contribuyente. La idea que expongo, nos lleva a entender un mecanismo que opere de forma que, por cada transacción de moneda digital, se añada un porcentaje de dicho monto tanto al otorgante del monto, como al receptor del mismo, como concepto de impuesto directo. Es decir, un único impuesto a las transacciones, en general, que se dividiría entre ambas partes al momento del intercambio.

Es evidente que habrá transacciones que quedarán fuera del pago de este impuesto, como lo sería, por ejemplo, el pago de cualquier otro tipo de contribución (derechos, aprovechamientos o aportaciones de seguridad social), y cualquier otro que debiera estar exento por cuestiones que no impliquen actos de comercio; seguramente también se exentarán a las transacciones que impliquen herencias testamentarias. Como en este escrito no pretendo delimitar a la perfección el modelo a operar, disculpe lector si no soy tan minucioso como debería, al dejar yo a la imaginación algunos aspectos específicos; el ejercicio que pretendo hacer aquí, es simplemente uno mental y creativo muy básico. El trabajo técnico del desarrollo para la implementación de esta hipótesis, quedaría en manos de los legisladores.

Los legisladores… finalmente de ellos dependería la instrumentación de las posibilidades que este apalancamiento monetario-fiscal brindará a la sociedad. En gran medida ellos serán los responsables de cuidar con mucho esmero, entre tantos otros temas, los que implicarán: la base que incluirá este impuesto único; la tasa que deberá aportar cada ciudadano en función al tipo de transacción; qué porcentaje aportarán al impuesto cada uno de los sujetos que intervienen en determinada transacción; el proceso fiscal de transición en el uso del papel-moneda; las características del sistema base que supondrá la infraestructura del dinero digital; las formas de actuación de la autoridad fiscal respecto de las obligaciones fiscales de los ciudadanos, en tanto que el proceso monetario realice la transición completa a su modalidad digital; los delitos fiscales que podrían configurarse en esta nueva modalidad; las personas que, por virtud de su especial condición (servidores públicos, extranjeros, reincidentes en conductas delictivas del giro comercial, etc.), deban hacer públicos sus registros económicos digitales, y; en fin, los recovecos y pormenores de lo que la implementación de un hipotético sistema monetario digitalizado, supondría.

Como aclaraciones finales, y a manera de tratar de limar las suspicacias que le pudieran asaltar al pensar en el uso de una moneda digital, debe saber que el uso de monedas digitales podría, además, brindar algunos de los siguientes beneficios que se imponen al uso de papel moneda:

1.- Seguridad:

  • El dinero digital no ha probado ser infalible, pero sí mucho más seguro y auditable que los sistemas analógicos de moneda (papel moneda). Los servidores informáticos siempre guardan registros de todas las operaciones, e incluso en caso de infiltraciones a los sistemas, hay formas de rastrear los ataques, pues los algoritmos que delatan las rutas tomadas por los atacantes dentro de la red informática, nunca pueden ser deshechos.
  • Más seguros que cualquier caja fuerte, pues la única manera de realizar operaciones exitosas en el mercado con dinero digital, siempre conlleva una autorización expresa de quien transfiere los recursos; sistema de seguridad que, además, en la mayoría de las ocasiones es de más de un paso, como por ejemplo, mostrar tarjeta e ingresar clave, códigos numéricos que solo el dueño de la cuenta conoce, controles remotos con números que cambian al azar, etc. “Perder” dinero por descuidos, por cambio mal devuelto, por robo, etc., sería algo mucho más inusual, pues todo movimiento es rastreable.
  • Todas las transacciones tendrían un registro que las relacionaría en procedencia y destino, por lo que en caso de que existiera algún robo digital, el sistema detectaría el abono sospechoso de dinero a la cuenta de una persona, cuya procedencia sería prácticamente imposible de comprobar. La restitución al ciudadano en lo robado sería, además, prácticamente una garantía.

2.- Blindaje contra la corrupción:

  • El hecho de ser factible la posibilidad de rastrear el destino que trazan las operaciones de intercambio de dinero, mediante un sistema de plataforma digital, dotará de plena transparencia a los recursos públicos.
  • El manejo de dinero digital, en contraposición al analógico, hará mucho más complicado el uso de recursos monetarios para su uso ilícito en la política y la administración pública.
  • Una implementación interesante y posible dentro del sistema, es la auditoría de las “billeteras electrónicas” de todo funcionario público, a efecto de complicar este tipo de hechos.

3.- Sistema contributivo justo y eficiente:

La moneda virtual podría ayudarnos a dotar de justicia y certeza el sistema contributivo mexicano, de las siguientes maneras:

Al ser detectables en el sistema todas las operaciones de intercambio de moneda digital, aportarían instantáneamente, bajo la base y tasa señalada para cada caso, todas las personas físicas y morales del país; y todas las personas lo harían bajo los principios contributivos de generalidad, obligatoriedad, destino al gasto público, proporcionalidad, equidad y legalidad.

  • Convertiría en un hecho la posibilidad de desaparecer múltiples impuestos obsoletos, con tasas abusivas o bases ilógicas e injustas; se sintetizaría todo el universo de impuestos en uno solo.
  • Todos los ciudadanos aportaríamos a la hacienda pública en cada operación monetaria que se efectuara, un porcentaje de ellas, dicho porcentaje en función de lo que el Estado calcula de manera anual para desplegar sus funciones.
  • La labor fiscal ya no sería inquisitiva, pues no podrían existir ni la evasión, ni la elusión fiscal (al menos no, sin la complicidad de la autoridad).
  • Todos aportarían a la hacienda pública ipso facto al momento de generar el intercambio de dinero.
  • Los recursos irían directamente a las arcas del gobierno. El ciudadano se ahorra además la labor de la declaración fiscal, y la autoridad fiscal, la tarea de revisar las cuentas.
  • Si por el concepto de ingresos de este impuesto único, el Estado recibiera cantidades mayores a las proyectadas en su presupuesto anual, la devolución a los contribuyentes sería inmediata y digitalizada, y lo natural es que éstos percibieran dichas devoluciones, según el porcentaje que les correspondiera en función de sus aportaciones.
  • Para recapitular, como beneficios fundamentales podríamos sintetizar los siguientes: pago de menos impuestos (solo uno); certeza tributaria; la actividad fiscal sería muchas veces más sencilla, práctica y amable; todas las personas colaborarían al gasto público sin excepción, tanto grandes como pequeños contribuyentes, y aportarían en función de su riqueza (o gastos); la evasión y elusión fiscales podrían ser, virtualmente, cosa del pasado; entre otros.

Como despedida, solo me queda hacer hincapié en la verdad natural consistente en que la continua digitalización de todos los aspectos  de nuestras vidas, nos llevará a la necesaria adopción de sistemas monetarios digitales, esto es irrechazable.

Mis preocupaciones más sinceras, consisten en que las implementaciones administrativas que nos lleven a adoptar este tipo de sistemas, se hagan de manera que simplifiquen muchos otros aspectos de la administración pública que pueden ser perfectibles y que harían la vida de  los ciudadanos mucho más fácil, con la honesta intención de que todo esto se traduzca en una mejor calidad de vida para todos.

Igualmente es necesaria una transición que garantice a los ciudadanos el uso de sus recursos económicos de manera anónima, irrastreable, y que garantice muchos otros derechos humanos que hagan patente que de ninguna forma los sistemas podrán ser usados para hacer seguimientos personales, que nada tendrían que ver con temas monetarios o fiscales. Un elemento importantísimo para  conseguir la anuencia de la ciudadanía en esta coyuntural transición, lo serán las garantías que el Estado otorgue a sus ciudadanos, pues no hay cambio más oportuno y añorado, que el que uno hace por su propia voluntad. No planteo que el sistema monetario deba implementarse con la intención de proteger y solapar conductas delictivas, pero sí haciendo patentes las garantías de privacidad de todos y cada uno de los habitantes de éste, o cualquier otro país.

Mucho aún está por escribirse, estoy seguro, sobre este tema que con el tiempo encontrará un foro natural para su debate. Espero que el desahogo de estas ideas sea parte del campo donde germinen muchas otras voces seguramente más capacitadas en el tema.

 

“ESTA INSTITUCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR HACE CONSTAR QUE LAS OPINIONES VERTIDAS EN ESTA, O CUALQUIER OTRA CONTRIBUCIÓN PUBLICADA MEDIANTE ESTE MEDIO DIGITAL, SON RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES, Y NO NECESARIAMENTE REPRESENTAN SU POSTURA. EL ESPACIO QUE BRINDAMOS A LOS AUTORES REPRESENTA UN FORO EN DONDE LA RETROALIMENTACIÓN EN LA PLURALIDAD DE IDEAS, CONSTITUYE SU BASE PRIMORDIAL.”

GYCD

 

 

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